La sonrisa miserable fueron las palabras que me vinieron a la mente tras leer a César Vallejo. Entre sus poemas, figura uno en concreto que se llama “la cena miserable”, y tras concluir que los poemas de Vallejo son pesimistas, surgieron estas palabras. Porque no se tratan de palabras pesimistas que te provocan un estupor de tristeza. En César Vallejo se percibe un entusiasmo cansado, como si entre sus versos pudiese leerse que en algún tiempo atrás fue más feliz, menos quejica, más confiado y por supuesto, menos triste. Esta tristeza, con esa cierta alegría del pasado es la que me evocó la imagen (o el concepto) de una sonrisa triste, de una sonrisa cansada. Fue entonces cuando pensé en que una sonrisa así, es miserable. Es miserable porque es la única sonrisa que nos queda cuando ya no queda nada, y sonreímos porque no podemos evitarlo, pero no porque seamos felices. Sonreímos porque no sabemos no mostrar nada, no podemos mantener una fina línea en los labios, aunque a veces lo intentemos. Pero una sonrisa también es signo de fortaleza, de querer volver a intentarlo. ¿Es entonces la sonrisa de Vallejo una sonrisa de la esperanza? Posiblemente no. Porque la sonrisa miserable, aunque mantenga algo de esperanza, está preparada para ser decepcionada, para que cuando se dé cuenta, una vez más, de que la vida no tenga solución (y en todo caso, sería la muerte), volverá a mostrarse ante los ojos de los demás. Es una sonrisa sin fuerza, que acepta que muere, que acepta que su alegría anterior forma parte del pasado, y ahora solo queda la añoranza. Para mí, eso es la sonrisa miserable.
Sara
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